Angustia
Busqué
en cada parte de su cuerpo, cada parte, podría confesar, que ante todo le
amé, le acaricié toda, le bebí la
esencia, penetré en su cielo,
Y su falta de tacto me enloqueció.
No encontré nada. Declaro que espulgué
entre su cabellera, rebané cada musculo en delgados cortes, hurgué
entre cada vena, le palpé el corazón y estoy seguro de que tampoco estaba en ese
mudo tic-tac.
Quebré entre mis manos su columna
vertebral, siempre atento a que no se escapara con el líquido de su medula que se me escurría entre los dedos, chupé cada hueso tratando de encontrar su
sabor, y nada, nada, no ocurrió nada, no le vi ni efímeramente, no estaba en sus ojos ya
opacos, ni huyo de sus labios en su
último grito, olí su estómago, le abrí su vientre le manoseé todo. Escudriñé en cada grieta entre los dedos de sus pies, también en cada fisura
entre la carne y su piel, hasta me ungí en su cerebro
gelatinoso.¡ Le examiné todo lo juro,
todo y no le encontré el alma!.
Adilene Cortés Caballero