Muchos odian su profesión, yo me complazco en
ella. Cada noche es diferente, veo caras
nuevas siempre. Llevo trabajando en esto varios años y es imposible
aburrirme. Mis compañeros y yo vivimos de la gente, en cada lugar al que
visitamos las personas nos reciben
y contribuye a nuestro crecimiento
como artistas, como comerciantes, les
vendemos terror. Dejarles experimentar, saciar su morbo de verse un día en
medio de un laberinto sangriento, ese es
nuestro trabajo.
Es muy fácil, tú sólo debes dejarte llevar, nosotros haremos el
resto. Contamos con decorado en todo
tipo de material y un espectáculo en
vivo que te hará correr por los pasillos.
No discriminamos nuestras herramientas,
como se puede usar cuchillos, se
puede utilizar la cierra eléctrica. Nuestro reparto es original, conocemos tus pesadillas y las representamos. Persecución, asalto,
tortura, violación. Lamentablemente nuestro show es clandestino y no apto para
cualquiera, nunca duramos más de dos días en la misma ubicación por seguridad propia.
Nos enorgullece nuestro aparador. Es la cumbre de nuestra montada
obra. Todos nuestros clientes salen
satisfechos después de echarle un
vistazo. Les asombra la realidad con la que lucen nuestros maniquíes desnudos,
flagelados. La receta secreta de una
realidad impresa, es la realidad.
Elegimos
al azar el nuevo cuerpo que será la
atracción del fin de semana, nos gustaría que pudieran conservarse más,
pero eso implicaría invertir más dinero
y la economía no anda muy bien en estos días. Sin embargo, eso mismo es lo que nos hace ser
innovadores.
Los
sobrevivientes están por abandonar las
instalaciones, bienvenido seas al
recorrido. Como podrás ver al final, nuestro aparador siempre tiene cuerpos
frescos.
Adilene Cortés Caballero