viernes, 8 de noviembre de 2013

Nuestro aparador siempre tiene cuerpos frescos.



Muchos odian su profesión, yo me complazco en ella.  Cada noche es diferente, veo caras nuevas siempre. Llevo trabajando en esto varios años y es imposible aburrirme.  Mis compañeros y yo  vivimos de la gente, en cada lugar al que visitamos  las personas nos reciben y  contribuye a nuestro crecimiento como  artistas, como comerciantes, les vendemos terror. Dejarles experimentar, saciar su morbo de verse un día en medio  de un laberinto sangriento, ese es nuestro trabajo.
             Es muy fácil, tú sólo debes dejarte llevar, nosotros haremos el resto.  Contamos con decorado en todo tipo de material  y un espectáculo en vivo que te hará correr por los pasillos.  No discriminamos nuestras herramientas,  como se puede usar cuchillos,  se puede utilizar la cierra eléctrica. Nuestro reparto es original,  conocemos tus pesadillas  y las representamos. Persecución, asalto, tortura, violación. Lamentablemente nuestro show es clandestino y no apto para cualquiera, nunca duramos más de dos días en la misma ubicación  por seguridad propia.
           Nos enorgullece nuestro aparador. Es la cumbre de nuestra montada obra.  Todos nuestros clientes salen satisfechos después de  echarle un vistazo. Les asombra la realidad con la que lucen nuestros maniquíes desnudos, flagelados. La receta secreta  de una realidad impresa, es la realidad.
         Elegimos al azar  el nuevo cuerpo que será la atracción del fin de semana, nos gustaría que pudieran conservarse más, pero  eso implicaría invertir más dinero y la economía no anda muy bien en estos días. Sin embargo,   eso mismo es lo que nos hace ser innovadores.
          Los sobrevivientes están por abandonar  las instalaciones, bienvenido  seas al recorrido. Como podrás ver al final, nuestro aparador siempre tiene cuerpos frescos.


Adilene Cortés Caballero