martes, 9 de septiembre de 2014

Oral, Adilene Cortés Caballero



Oral



            Y  observó por una rendija de un falso cuadro.  Efectivamente Amelia estaba ahí con el tal Cillian, ese maldito entrometido. Las pupilas de Esteban se dilataron al ver lo que  ocurría; en medio de la sala recostada en un diván con estampado persa, entre un olor que impregnaba  a clavo y cardamomo.  Ella se retorcía levemente mientras le decía  a su compañero “esta es la pequeña muerte, donde el macro cosmos se funde en  un táctil corazón y tú hermano mío, has venido a mostrarme”. Su compañero sonrió, con esa sonrisa que Esteban tanto detestaba, con ese histrionismo característico  de un  demonio. Sonrió mientras sentado junto a ella se inclinaba para  con sus manos hacerse espacio entre sus senos.

             Removió las costillas dentro de ese pecho ya abierto anteriormente y  hurgó con uno de sus dedos,  sus piernas le temblaban,  Y  Cillian  ahora sujetando su muslos desnudos, se acerco aun más, acerco su rostro a la altura del virgen pecho de Amelia, y le besó el corazón. Esteban observó como su archirrival,  introdujo la lengua  en esa cavidad  y lamió ese jugoso músculo, estimulando cada vena, cada válvula, cada arteria, saboreo lentamente sus fluidos, primero lento, luego a prisa, cayendo ambos en un frenesí, donde sus mentes parecían estar en otro plano. Lo último que Esteban pudo ver y escuchar  fue como Cillian despegó sus labios para subir hasta el oído de ella y murmurarle  “Así se hace el amor en mi mundo”, Mientras Esteban, ese hermoso gato blanco, corría enfurecido abandonando la habitación.


                                                                                          Adilene Cortés Caballero

martes, 4 de marzo de 2014

Mi vida sin ti, AdileneCortésCaballero



Mi vida sin ti


Tu pérdida es sin duda uno de mis grandes lamentos, me había acostumbrado tanto a ti, a tu compañía, a tu calidez, a la realidad que proyectabas desde tu gran ojo de ciclope. Hablabas sin hablar, sin palabras, y me atraías. Puedo recordar el primer día que te vi, el color tinto envolviéndote, singular entre todas las demás, te conocí después de muchas relaciones que terminaron mal, con fracturas irreparables, tú a diferencia de todas las otras, simplemente desapareciste, sin pista alguna. Me duele tu ausencia y los reproches por ella, mi falta de atención, mi poco cuidado, mi irresponsabilidad, como si me hubiese sido fácil conseguirte, como si no hubiera esperado tanto para que fueses mía. ¿Quién diablos me aguantará como tú y compartirá mis pasatiempos? ¿Quién me acompañara a mis recorridos en la naturaleza, a mis encuentros con cadáveres, en mi ocio profundo, en mi depresión? ¿Quién avivará mi ánimo, reflejará mi rostro, incluso mis insignificancias?
Aun quedaban tantas cosas por compartir, encuentros con amistades, festividades, eventos, viajes, simplezas de la vida, experimentos…
Y de un momento a otro te pierdo, quedándome con un vacío que se ensancha, ah!, sí tan sólo supieras cuan dependiente me hiciste de ti.
¿Qué haré con tu caja, con tus cables? ¿Las dejaré como recuerdo? ¿Hasta que consiga a otra, de igual o mejor calidad que tú y que con muchas fotos más de mis nuevos días te remplace? Te necesito tanto, pero también tengo otras prioridades, un telescopio, una laptop, un play station 3, un booster de magic the gathering, un corset, una blusa victoria con mucho encaje, un perchero…

 ©AdileneCortésCaballero